Enero - Febrero 2015, número 35
 
Capítulo 10
Una reputación intachable

En el capítulo anterior, vimos cómo Marga Teresita comenzaba a poner en marcha su estrategia de control de daños. De los daños causados por Luciano y Elena, principalmente, aunque la ambientalista que ronda a Carlos Adalberto (con sospechosísimas intenciones) también promete dar bastantes dolores de cabeza. Para redondear la diversión, una furiosa Patricia Juliana acaba de instalarse con sus encantadores hijos en la mansión familiar.

El desembarco de Normandía

Marga Teresita y Carlos Adalberto desayunaban en completo silencio. La incomodidad que sentían ante cualquier situación potencialmente íntima no era el único motivo: ambos saboreaban con alivio aquellos preciosos minutos de sosiego.

El invasivo desembarco de Patricia Juliana y sus retoños había alterado la paz y el ritmo de la mansión, para desesperación de todos sus habitantes. Como de costumbre, el único que mantenía el temple era Benicio, que trataba a Patricia con la misma displicencia que dedicaría a un vendedor de enciclopedias antes de cerrarle la puerta en las narices.

De repente, Marga Teresita sonrió: "Nunca olvidaré la cara de Patricia cuando Benicio le dijo que buscarle una peluquera no se encontraba entre sus obligaciones laborales, y que si insistía en sus actitudes explotadoras la denunciaría al sindicato de mayordomos".

Carlos sonrió distraídamente: "No sabía que había un sindicato de mayordomos".

"Es que no lo hay. Y, aunque existiera, no me imagino a nuestro Benicio como socio. Les daría tanto miedo a los demás afiliados que se apresurarían a cambiar de profesión".

Victoria entró en la sala, contemplando su celular con el ceño fruncido. "El imbécil de Bedelfather sigue enviándome mensajes a intervalos regulares. Estoy convencida de que utiliza una de esas aplicaciones para programar envíos".

"¡Qué dura eres, Vicky!", bromeó Carlos Adalberto. "¿Y si el pobre tipo está realmente enamorado de ti?".

Un vistazo al risueño rostro de su hermano convenció a Victoria de que Carlos no había considerado seriamente tal posibilidad ni por un solo instante. "En tan improbable caso, alguien tendría que comunicarle que irritar a una mujer es la estrategia menos seductora del mundo".

Volviéndose a Marga Teresita, pasó de un tema molesto a otro aún más fastidioso: "¿Dónde están los monstruitos? Son espeluznantes… Parecen sacados de El pueblo de los malditos".

Carlos y Marga no pudieron contener las carcajadas. La mordacidad de Victoria había vuelto a dar en el clavo: los hijos de Luciano y Patricia, con su pelo rubio platino y su distante y concentrada expresión, hubieran encajado a la perfección entre los aterradores niños de la película.

"Eres una bruja, hermana", protestó Marga Teresita cuando consiguió recuperar el resuello. "Estoy de acuerdo en que la pequeñaja es un piojo insufrible, pero Einstein no está nada mal".

Einstein era el apodo, entre irónico y admirativo, que usaban en la casa para referirse al hijo mayor de Luciano y Patricia. Con sólo 9 años y un coeficiente intelectual de super-mega-requete-dotado, el pequeño Alberto Leonardo no parecía interesado en conectar con los chicos de su edad. En realidad, no parecía interesado en conectar con nadie. Poseía memoria eidética y podía aplicar su inteligencia de manera altamente funcional, pero se comportaba como si la normal interacción humana fuera una completa pérdida de tiempo. Las raras veces en que se dignaba hablar mostraba tal laconismo que, a su lado, el circunspecto Benicio parecía el paradigma de la locuacidad.

Victoria desechó con un gesto las objeciones de Marga Teresita. "Ese niño es un bicho raro y un malcriado con complejo de superioridad. Tú lo defiendes porque te sigue a todas partes como una sombra. Obviamente, eres el único miembro de la familia que satisface sus elevados estándares".

Eso también era verdad. El pequeño genio había observado y diseccionado las interacciones familiares, hasta llegar a la conclusión de que Marga Teresita no era la "advenediza heredera provisional" que su madre aseguraba, sino la indiscutible líder natural del grupo.

Antes de que Marga y Victoria pudieran seguir confrontando sus respectivas opiniones sobre el primogénito de Luciano, una chirriante vocecilla perfora-tímpanos arruinó definitivamente el relax matutino.

"¡Esta blusa no hace juego con el color de mis ojos! ¡Quiero el vestido nuevo! Esta blusa no la quiero y no la quiero y no la quiero y no la quiero y no la quiero y no la quiero…"

Carlos, Marga y Victoria pusieron los ojos en blanco al mismo tiempo, con una sincronización que para sí quisieran los equipos de natación artística. No habían necesitado mucho entrenamiento para conseguirlo: era la reacción humana inevitable a la proximidad de Lucía Genoveva, la hermana pequeña de Einstein. A los siete años, la niña era una repulsiva fotocopia en miniatura de Patricia Juliana, con un esnobismo genético y una capacidad sobrenatural para irritar al prójimo.

"¿Soy malvada por desear que esta niña pille una amigdalitis y deje de berrear?", preguntó Victoria retóricamente y sin asomo de remordimiento.

"Estás preciosa, Vevi, así que deja de lamentarte". La remilgada reconvención de Patricia Juliana fue demasiado para Victoria, que empezó a afilar sus garras mentales. Tan pronto como Patricia y su pequeño clon cruzaron la puerta del comedor, Victoria compuso una expresión de fingido espanto:

"Pero Vevi, sobrina de mi corazón, ¿qué es eso que llevas puesto? Ese color te sienta fatal… Patricia, tú que eres una experta en moda, ¿cómo permites que tu hija se exhiba de esta guisa?".

Patricia la miró con un odio reconcentrado que hubiera hecho desfallecer a espíritus menos curtidos. A Victoria, por el contrario, la indignación de su cuñada le produjo tal subidón de endorfinas que siguió parloteando sin pensar:

"¿Y dónde está nuestro pequeño genio? ¿Sigue enfrascado en sus estudios de física cuántica? Si consigue romper el continuo espacio-tiempo y pasar a otra dimensión paralela, dile que busque en ella a su padre y le recuerde su obligación de contribuir a la manutención de sus hijos".

Carlos y Marga Teresita se miraron de reojo, consternados. El silencio que se hizo en el comedor y la humillada expresión de Patricia Juliana hicieron reaccionar a Victoria: "Lo siento, Patricia, esta vez mis bromas han ido demasiado lejos. Lo que ha hecho mi hermano es una canallada. Esta es tu casa, ya lo sabes".

Patricia Juliana asintió con rigidez, tomó de la mano a Vevi (que optó sabiamente por aparcar la rabieta estilística para mejor ocasión) y ocupó su lugar en la mesa con la mirada perdida.

Durante algunos minutos sólo se oyó el sonido de los cubiertos. Marga y Carlos se devanaban los sesos buscando algún tema de conversación inocuo y apto para el público infantil, pero no podían dejar de pensar en la desdichada situación de Patricia Juliana. Aunque solían hablar con desenfado de la cobarde deserción de Luciano, sabían muy bien que no se trataba de ninguna broma y que Luciano había rebasado con creces los límites de lo aceptable.

Para sobresalto de todos los presentes, de manera inesperada comenzó a oírse una canción de Julio Iglesias. Algo tan cursi y arcaico sólo podía provenir del móvil de Patricia, así que los demás se volvieron hacia ella con expectación. Ella frunció el ceño al comprobar que el número le resultaba desconocido, pero atendió la llamada.

"¿Diga?"
"Sí, soy yo…"
"¿De dónde dice que llama?"
"¿Por qué tendría que hablar con usted?"


En ese punto, el rostro de Patricia mostró una expresión de salvaje y vengativa alegría.

"Por supuesto, estaré encantada de responder a sus preguntas. ¿Se encuentra usted en San Pancracio? Muy bien, nos vemos dentro de una hora en el vestíbulo de su hotel".

Con una sonrisa calculadora, Patricia se volvió hacia Victoria. "Tu hermano aún no ha aparecido, pero sus actividades están en primera página en todos los periódicos del país… y parte del extranjero. Con sus operaciones inmobiliarias ha estafado millones a muchísimas personas y hay una orden de busca y captura contra él. El que llamaba era un periodista de esa publicación sensacionalista, 'La actualidad en llamas'. Quiere hablar con alguien que conozca a fondo a ese desaprensivo. ¿Quién mejor que yo? Como ciudadana, mi obligación es contribuir a que caiga sobre él todo el peso de la ley…".

Gestión de crisis

"Damas y caballeros, ji, ji, ji, ha llegado el momento de empezar a hacer un poco de ¡MAGIA!".

Marga Teresita contemplaba estupefacta a la experta que la empresa Universal Connections Incorporated había designado para dar lustre a la maltrecha imagen pública de los Rodríguez de la Malvarrosa. Su misterioso asesor virtual le había asegurado que Universal Connections Inc. era la consultora mundial de referencia para todo tipo de organizaciones en crisis y/o con problemas de reputación. Su impecable historial de éxitos incluía clientes de lo más variopinto, desde multinacionales que se lucran con el trabajo infantil en Bangladesh hasta corruptos grupos empresariales del Oriente Próximo. En el brillante mundo ilusorio del siglo XXI, algunos milloncejos bien gastados bastan para crear una ilusión de respetabilidad.

Sin embargo, la joven ejecutiva que tenían enfrente se mostraba condescendiente y juguetona, como si le hubieran encomendado animar una fiesta de cumpleaños. "Está claro que los mandamases de Universal Connections nos consideran unos palurdos indignos de su atención... y nos han enviado a la becaria más torpe de la plantilla", suspiró Marga Teresita, que ya estaba a punto de perder la paciencia.

"¿En qué consiste la magia de Universal Connections Incorporated? En que somos unos artistas de la persuasión. Si nosotros decimos que luce un sol esplendoroso, la gente lo cree, aunque se encuentren en medio de una tormenta tropical. Ji, ji, ji. Si nosotros decimos que una nueva variedad de manzanas es deliciosa y excelente para la salud, la gente se mata por comprar esas manzanas, aunque estén resecas y sepan a serrín. Ji, ji, ji. Si nosotros decimos que los Rodríguez de la Malvarrosa están más unidos y son más heroicos que la familia Von Trapp... ¡todo el mundo los imaginará de picnic por las montañas, mientras cantan a coro Edelweiss, Edelweiss!".

Mientras Patricia Juliana contemplaba extasiada a la desenvuelta jovencita y Victoria estaba a punto de perder su batalla contra las carcajadas, Carlos Adalberto compartía la desazón de Marga. ¿Cómo iban a salir indemnes del cúmulo de problemas que amenazaban a la familia, si su mejor opción era aquella pequeña estúpida, evidentemente desesperada por apuntarse un tanto ante sus jefes?

"La familia von Trapp no estaba de picnic por las montañas. Huía de los nazis", apuntó Marga Teresita con tono neutro. "Si hemos terminado con las evocaciones cinematográficas, ¿podemos empezar ya a trabajar?".

Victoria se rindió y comenzó a aullar de la risa. Patricia Juliana la miró con desprecio, preguntándose qué clase de delito kármico había cometido para terminar emparentada con unas personas tan vulgares.

La joven, que respondía al elegante nombre de María Eleonora, vaciló ligeramente. "Esto... Por supuesto, claro. Sólo quería aportar un poco de contexto sobre nuestra forma de trabajar y lo que ofrecemos a nuestros clientes. Si es necesario, hacemos que lo negro parezca blanco y...".

"Créeme, lo hemos entendido a la perfección", interrumpió Marga, que no estaba dispuesta a aguantar más ejemplos de sus mágicos (y muy poco éticos) poderes de manipulación. "En este caso no nos hacemos ilusiones. Lo negro es negro. Lo que queremos es que la gente también recuerde y vea las cosas buenas que hacemos. Y que tengan claro que lo negro es el pasado y que a partir de aquí todo va a ser cristalino".

"¡Estamos totalmente de acuerdo!", asintió con entusiasmo María Eleonora, que era inexperta y ambiciosa pero no tenía ni un pelo de tonta. Dispuesta a recuperar la iniciativa, cambió rápidamente de registro: "Vamos al grano, que el tiempo es oro, ji, ji, ji... En fin, lo primero es hacer una lista de todos los... ejem... problemillas de imagen que tienen en este momento los Rodríguez de la Malvarrosa, como familia y como empresa... En primer lugar, diría que lo más grave son las complejas actividades inmobiliarias de don Luciano Federico".

"La estafa", sintetizó Victoria con amabilidad. "Lo digo por ganar tiempo, que es oro, ji, ji, ji".

Captando el pitorreo subyacente, María Eleonora se irguió muy digna: "Eso es algo que tenemos que empezar a cambiar, incluso dentro de las paredes de esta casa. El lenguaje no es neutral. El lenguaje importa. El modo en que decimos las cosas transmite lo que pensamos y cómo nos sentimos sobre ellas. Si pensamos que don Luciano Federico ha cometido una estafa, nuestro lenguaje verbal y no verbal nos delatará en público, y todo el esfuerzo de Universal Connections Incorporated será en vano. A partir de ahora, se hablará como yo diga. Mientras no haya sentencia firme (y aunque la haya) don Luciano Federico es un estimable empresario cuyas complejas actividades inmobiliarias pueden haber sido malinterpretadas por algunos clientes, que no asumieron su responsabilidad de informarse debidamente antes de firmar los contratos".

"De ninguna manera", intervino una furiosa Marga Teresita. "Dentro y fuera de estas paredes hablaremos como nos parezca conveniente. Usted nos da sus opiniones y nos propone una estrategia, y nosotros decidimos lo que nos parece aceptable".

"¡En tal caso no podemos garantizar resultados!", protestó airadamente la muchacha.

"No le pido garantías, pero sí profesionalidad. Escuche, entiendo su posición...", Marga Teresita hizo un esfuerzo sobrehumano por calmarse y mostrarse conciliadora. "De veras, comprendo que su trabajo implica mantener la cabeza fría y desplegar ciertas estrategias de comunicación... Pero atrincherarnos en nuestra inocencia y echar la culpa a las víctimas se nos acabará volviendo en contra, con toda seguridad. Mi hermano no es un empresario superdotado e incomprendido, sino un estafador. Antes o después la justicia le dará alcance, y allí estarán las hemerotecas para recordar que los Rodríguez de la Malvarrosa habíamos calificado el delito de Luciano como 'un conjunto de complejas actividades, malinterpretadas por clientes irresponsables'. Quiero una estrategia que se sostenga a largo plazo, no la técnica del avestruz".

María Eleonora se había quedado completamente pálida. Incluso Patricia Juliana tuvo que reconocer, muy en el fondo de sí misma, que su joven cuñada imponía respeto.

Comprendiendo que la becaria de Universal Connections necesitaba unos instantes para recuperar la dignidad, Marga Teresita continuó con la lista de problemas. "También tenemos que manejar el tema de doña Elena, que ha despertado bastante curiosidad en el pueblo y que probablemente resulte irresistible para los periodistas...".

Se interrumpió al oír el sonido de varios automóviles aproximándose a la entrada principal de la mansión. Los tres hermanos se miraron, con un premonitorio escalofrío de preocupación. Todos se quedaron callados, mientras esperaban que Benicio respondiera al penetrante timbrazo.

La puerta de la sala en la que se encontraban reunidos se abrió con suavidad. Tras el mayordomo aparecieron seis hombres y dos mujeres, todos ellos ataviados con severos trajes grises. Recorrieron con la mirada a todos los presentes y se detuvieron en Patricia Juliana. El que parecía ser el macho alfa ladró una pregunta: "¿Es usted Patricia Juliana Bernabé del Río?".

Con la garganta seca, ella movió la cabeza afirmativamente. Entonces una de las recién llegadas avanzó hacia ella con las esposas en la mano mientras recitaba: "Patricia Juliana Bernabé del Río, queda arrestada como cómplice de su marido, Luciano Federico Rodríguez de la Malvarrosa, en los delitos de estafa, apropiación indebida, falsedad documental y bla bla bla".

Mientras Marga Teresita, Carlos y Victoria contemplaban la escena con desmayo, María Eleonora se frotaba mentalmente las manos, pensando en lo entretenido que estaba resultando este cliente... y en la minuta de infarto que les cobraría para sacarles del lío. Sus jefes iban a tener que tragarse sus palabras: "No vamos a enterrar a nuestros mejores expertos en San Pancracio, María Eleonora, el asunto no lo merece. Sin embargo, a ti puede servirte para ir adquiriendo algo de experiencia...".

LA CONTINUACIÓN... DEPENDE DE TI

¿Estará la habilidad de María Eleonora a la altura de su ambición? ¿Logrará ganarse la confianza de Marga Teresita, o seguirá empeñada en presentar al infame Luciano como una víctima de las circunstancias? ¿Cómo afectará a Patricia Juliana la falta de glamour del uniforme carcelario?

No te pierdas las respuestas en el próximo capítulo. Envía tus sugerencias sobre el desarrollo de la historia a culebron.financiero@addkeen.net
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¿Cómo evitar los problemas de esta disfuncional familia?

Nurture or nature? ¿Educación o genes? ¿Tiene arreglo la personalidad materialista y superficial de la pequeña Vevi? ¿Qué posibilidades tienen los hijos de Patricia y Luciano de ser adultos sanos y responsables desde el punto de vista financiero? Los niños del siglo XXI, ¿están condenados a una vida de consumismo inconsciente y autodestructivo? Ni mucho menos. Para los papás que buscan la mejor forma de hablar a los niños sobre el dinero, El Recetario Financiero brinda interesantes propuestas.

La reputación empresarial es difícil de construir y muy fácil de perder. La rápida difusión que cualquier desliz corporativo recibe en nuestros días no sólo obliga a estar muy atento, sino a manejar las crisis y desafíos que pueden surgir en cualquier momento. El debate, como siempre, está entre realizar una gestión ética (y eficaz) de la comunicación en situaciones de crisis, o utilizar las cuestionables maniobras de distracción de las que solemos ser cándidos receptores.


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Los ricos también quiebran por Cristina Carrillo se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported.
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